
«Papa Francisco, siervo bueno y fiel, ya estás en los brazos del Padre. Tu recuerdo y tus enseñanzas vivirán en nuestros corazones.»
Con el corazón embargado por el dolor, pero aferrados a la esperanza firme en la Resurrección que él mismo nos predicó, la Iglesia universal y el mundo entero despiden hoy